El ser humano es una criatura salvaje, lento para cambiar y terco en sus forma oscura de ser. Tiende a esconderse. Inestable emocionalmente. Propenso a sentirse solo aun si esta rodeado por amor. Frecuentemente engañado por pensamientos confusos. Ama lo que le hace daño. Prefiere el cautiverio en vez de la libertad. Escoge el camino equivocado aun cuando haya consejo sabio. Capaz de destruirse en cualquier instante. Fácilmente distraído. Mas frágil que un diente de león. Propenso a olvidar rápidamente de la Verdad.
 
Le doy gracias a Dios que El me hace recordar esto todos los días en esta batalla que ocurre en mi propia sala, en nuestra yarda, durante el aseo de la cocina y durante tiempos de viaje en el carro. A veces cuando estamos rodeados por personas pulidas y educadas quienes se han criado en un buen sistema escolar tendemos a olvidar de la lucha – y cuan real es! – entre el Bien y el Mal adentro de cada uno de nosotros que ruge todo el día todos los días. Nos engañamos a pensar que todo esta “bien,” que todos estamos “bien.”
 
La raza humana no esta bien, y hasta que nos despertemos a esta realidad no podemos entender nuestra necesidad de tener un Representante delante del Dios Perfecto y Justo. Solo pensamos Voy a esforzarme mas la próxima vez. O Ellos no están bien, pero yo si.
 
Si la mayoría de las personas tienen un huracán de pecado, pena, secretos y tristeza rugiendo adentro de ellos mismos, bien escondido de todos los demás, nuestro hogar esta lleno de huracanes por fuera. Nos hemos dado por vencido: aquí no se puede fingir que todo esta bien.
 
Estamos enfermos con el pecado, engañados, solitarios, peligrosos, y lo admitimos. Oh, si, hay destellos hermosos de Luz, Gozo, Verdad, Triunfo, Agradecimiento – y son tan dulces! Pero entre esos momentos gloriosos pasa la mas intensa de todas las batallas, si estamos vestidos con nuestra armadura y bien hidratados o no.
 
Tal-y-tal robó otra vez? Por qué me mira en la cara, sonriendo, si las dos sabemos que ella esta mintiendo? Señor, protégenos de los que solo vienen a engañar y hacer daño! Como puede ser que ella recibió una carta de amor tan inapropiada de el – ni tiene pechos ella y todavía juega con peluches! Confiesa ya! Padre, perdóname por disciplinarlo a mi hijo con tanto enojo en vez de con sabiduría tierna y firme. Como puede ser que tal-y-tal niña ha visto pornografía a tan temprana edad? No! Que estas escondiendo? El robó comida de la cocina otra vez? Nuesto hijo pasó por esto, esto y esto cuando era solo un nino tan pequeño?! Vaya pues, quien esta mintiendo esta vez? No podemos confiar en nadie! Perdóname, Padre, por mi ansiedad; confiaré que Tu proveerás. De verdad esta llorando y diciendo que no la queremos después de todo lo que hemos hecho por ella? Señor, concede paz sobre nuestra casa y en nuestros corazones!
 
Si alguien necesita despertarse acerca del estado verdadero de la humanidad puesta a manifiesto, venga a visitarnos. Sera recordad bastante rápido. Nuestro hogar parece ser un imán de batallas espirituales y puestos-a-manifiesto de todo tipo. Si los demás pueden fingir que no mienten, hacen trampa o roban o que no están heridos en lo mas profundo de su ser – o si creen que la preocupación, la amargura y la impaciencia son pecados ‘aceptables,’ estilos de personalidad aun – aquí no hay nada de fingir. Mas bien, es como un gran choque entre el Bien y el Mal varias veces al día. Es bastante estresante para los nervios, pero por lo menos estamos a tono con la realidad.
 
Algo que el Señor me esta ensenando una y otra vez – aproximadamente cada 12-15 minutos, de hecho – es que criar a niños quienes se han soltado del vientre de otra y han pasado por una tormenta de algunas de las experiencias mas perjudiciales que nos ofrece el Mundo, es como participar en lucha libre sin freno con una bestia que nunca se da por vencida y a quien no le importa si estas exhausto o con necesidad de tomar un botellón de agua.
 
Pero en realidad, esa misma batalla ruge en cada rincón de la sociedad. Solo es que a veces es mas visible en un país con bastantes luchas como Honduras con un indice catastróficamente alto de asesinato que en una sociedad opulenta con un sistema penal bastante confiable que sabe donde esconder su basura.
 
En nuestra vida diaria vemos a madres quienes se convierten en prostitutas para poder alimentar a sus hijos. Jóvenes quienes matan como deporte – y no van a la cárcel. Personas quienes cortan cercos solo para robar un par de tenis de una niña. Rescates divinos hechos solo para después estar puestos a prueba constante por la fuerzas de la tinieblas. Niñas de doce y trece anos quienes se han ‘casado’ con hombres mayores y tienen sus bebes. Jóvenes confundidos quienes nos roban a Darwin y a mi con un cuchillo mientras estamos de cita en el parque. Madres quienes les dan Coca-Cola en pepe a sus bebes. Pre-adolescentes quienes lloran por miedo de dormir en su propia cama. Vidas que de verdad están colgadas entre Vida y Muerte.
 
Pero es mas que eso – las fuerzas tremendas que están obrando en nuestro ambiente y en nuestros niños también están obrando en mi. En usted. Las mías solo están mas escondidas porque yo se como portarme en publico y nuestra hija de 10 años no ha sido enseñada. Usted ha sido entrenado para ser politicamente correcto, independiente, autosuficiente, a cuidadosamente dar nuevos nombres a sus pecados pero nuestro hijo de 14 años no. Mis pecados son los que son aceptables mientras que los de ella son a al estilo gritar y hacer berrinche. Aquí sabemos quienes son las prostitutas y maderos, pero en países mas ricos hay una niebla mas gruesa de engaño. Que es la diferencia entre una aventura romántica fuera del matrimonio entre dos personas de clase media y una madre quien permite que sus hijos miran pornografía? Todo es pecado. Todos somos condenados.
 
Mientras estoy puesta en el rol de disciplinar, corregir y guiar a niños quienes están heridos y no tienen formación hora tras hora, me pongo muy consciente de mi propia necesidad de Alguien quien podría hacer lo mismo por mi. Disciplinar la pequeña (o a veces bastante grande) rebelde en mi, domar la bestia que nunca se da por vencida que surge en mi vez tras vez. No puedo regañar a la niña enfrente de mi por su pereza o impaciencia o fuerte tono de voz sin preguntarme a mi misma si yo soy culpable de lo mismo. Cuando estoy espantada que nuestro hijo/a mintió otra vez, puedo escoger pasar por encima de mi propia mentirosa interior, empujándola a un lado, dejándola que siga hacienda su relajo callado, cubriendo con alguna excusa piadosa, o puedo confrontarla tal como le he confrontado al niño deshonesto en nuestra escuelita. Humillarme y pedirle perdón tal como espero que el haga con su hermana. Pedirle a Dios que me limpie de las tinieblas que todavía moran en mi corazón tal como le aconsejo a mi hija.
 
En este hogar de gritones y llorones y mentirosos y ladrones somos luchadores, adheriendonos desesperadamente a la fe en un Dios quien nos tendrá misericordia por nuestra creencia honesta en la vida, muerte y resurrección de Su Hijo. Los detalles y las transformaciones se arreglan con tiempo y con bastante lucha, pero nuestra batalla cotidiana es exactamente esa: una batalla de proporciones cósmicas, de escoger Libertad en Cristo en vez de permanecer en esclavitud al Miedo, de implorar a Dios que obre en y por medio de nosotros a pesar de nosotros en vez de adoptar la actitud fútil de autosuficiencia de “Yo-si-puedo, Yo-si-puedo”, de ser confrontados sin descanso con la decisión de amar u odiar, de perdonar o permanecer amargos, de escoger el camino de Cristo o el camino del Mundo, de decidir creer a Dios y aceptar que somos amados o vivir miserablemente creyendo la mentir que no. Obedecer a Dios u obedecer a la bestia que nunca se da por vencida adentro de nosotros.
 
Hace algunos días nuestro hijo de 14 años, Brayan, quien llegó a nuestra familia en febrero del año pasado, nos dijo mientras todos estábamos en una reunión de familia informal en nuestra sala: “El otro día yo le estaba hablando a [un amigo suyo] en el rio y le dije que si no les hubiera conocido a ustedes, quien sabe que hubiera sido de mi. Es posible que hubiera sido un asesino.”
 
Le quedé viendo fijamente, momentaneamente perdida en uno de esos momentos tan preciosos, tan escasos de poder vislumbrar los frutos de nuestra labor. Darwin le respondió, “Brayan, es Cristo. Conocernos a nosotros no te cambio la vida; es Cristo.” Al escuchar eso Brayan sonrió, reconociendo que en Pa y Ma hay tantos errores, pecados y luchas como en la vida de el, aunque tomen forma diferente. No somos nosotros quienes hemos rescatado a nadie; es el Salvador de los Hombres quien ha llegado a vivir en nosotros y quien invade el corazón oscuro del mundo con zarcillos de luz.
Cristo en nosotros es la esperanza de Gloria. Y nada mas.