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[Esta historia originalmente fue publicada el 25 de Marzo del 2014 en nuestro blog http://www.HiddenTreasuresinHonduras.com en ingles, y ahora ha sido traducida en español para poder servir de testimonio de la obra de Dios entre los hispanohablantes del mundo.]

Uno por uno la mayoría de los estudiantes en mi programa de Niños Dotados cuarto a sexto grado en la Escuela Episcopal de La Ceiba donde enseñé a tiempo completo el año pasado y donde continúo a tiempo parcial este año entró cuando yo estaba preparándome para nuestras clases. Uno por uno venían a decirme, «Miss Jennifer, no voy a venir a la clase de hoy.»

Sus razones parecían legítimas, ya que me dijeron de la feria de ciencia en la que toda la escuela estaba participando y que algunos tenían un proyecto que presentar en la competencia o querían ver las creaciones de sus compañeros. Sincremente di gracias a cada niño por tener el respeto de venir y hacerme saber de antemano que no les debía de esperar esa tarde, aunque estaba un poco decepcionada con la noticia de que la feria de ciencias chocaba con mi horario de clases.

Pero en mi corazón me alegré, pensando Sí, yo puedo cancelar la clase debido a la baja asistencia y pasar un tiempo de descanso, seguir con mi lectura de la Biblia, prepararme para la próxima semana, y alistarme para la práctica de baloncesto de las chicas que comenzaría en unas pocas horas.

Había pasado una semana de guerra entre nuestros cuatro hijos, quienes luchan con el ajuste de tener un nuevo hermano, más el ajuste continuo de hacer frente a sus pasados, estar en un nuevo programa de escuela en casa, la aceptación de Darwin y yo como sus padres sustitutos, etc. La semana había estado llena de episodios de celos, varios niños que a su juicio no se sienten amados o de plano acusándonos de favorecer a un hijo sobre otro. Los niños habían formado equipos uno contra el otro, sintiendo como si tienen que luchar o competir para ganar su lugar en la familia o en el aula, jugando a la víctima, y poniendo a otros abajo para ellos sentirse mejor consigo mismos. Cada día parecía que cada niño tenía al menos una erupción o momento emocional, y nuestra semana estaba llena de estrés, largas oraciones, varios castigos (los llamamos ‘consecuencias’), discusiones sobre lo que significa mostrar el amor de Dios a los demás, y así sucesivamente. Sólo quería colapsar por el agotamiento mental, emocional, físico y espiritual que sentía, y pensé Qué regalo más inesperado de no tener que enseñar el día de hoy–

Y luego vino uno de mis estudiantes emocionados de cuarto grado, y con una sonrisa falsa en mi cara anticipando la excusa sobre la feria de ciencias, lo interrumpí diciendo: «Oh, está bien, sé que hay una feria de ciencias. Ve a disfrutarlo y sólo tendremos que esperar a tener la clase hasta la próxima semana.» Y de alguna manera mis músculos de las mejillas agotados forzaron a sacar una sonrisa tranquilizadora, esperando a que él aceptara mi propuesta como válida y se marchara.

«¡No!» Y su cara cayó, «Realmente quiero recibir la clase de esta tarde …» y parecía confundido acerca de por qué yo estaba considerando cancelar la clase. Yo siempre venia emocionada por pasar tiempo con mis alumnos, ejercer sus mentes con actividades dinámicas y encaminarlos hacia Dios. Por qué hoy iba a cancelar la clase?

Y pensé Cielos, ¿por qué no sólo se va a la feria de ciencias? ¿No se da cuenta de que estoy al borde de colapso?

Entonces le pregunté con cansancio si sólo sería él o si otros también estaban pensando en asistir a nuestra clase, y me confirmó que había por lo menos uno o dos más que habían dicho que llegarían. Pensé, tratando desesperadamente de justificarme en la cancelación de la clase, si hay sólo dos o tres niños – cuando hay cerca de veinte inscritos en el programa – no vale la pena. Es mejor simplemente esperar hasta la próxima semana cuando tengamos una asistencia completa.

Entonces, como sucede en tantas ocasiones, las palabras de Jesús cortaron mis pensamientos: «Incluso si hubiera una sola persona – un solo pecador – en todo el mundo, aun así yo habría muerto en la cruz por esa persona. Incluso por una sola. Los números no importan. Mira este niño ansioso y acéptalo como yo lo haría – invítalo y enseñale de mí y de mis caminos. Él es importante para mí. Como le dije angustiado a mi Padre, antes de morir en la cruz, que se haga Su voluntad y no la mía.»

Entonces, incluso con rebeldía – que incluso podría llamarla autodefensa – gritando en mi corazón, yo le dije que sí, que tendríamos clase porque los números no importan, y en mi corazón yo sabía que dar la clase era una representación de mi sumisión a la voluntad de Dios. Sus ojos se iluminaron de inmediato cuando le compartí la noticia, y salió del aula y comenzó a gritar en voz alta a sus compañeros, «¡Vamos! Es la hora de la clase de la Miss Jennifer!» Y yo me reí y rápidamente corrí afuera del aula por el balcón de la escuela en donde él estaba parado para decirle que dejara de gritar porque la clase no comenzaría hasta dentro de veinte minutos y, como él y mis otros estudiantes saben, soy alérgico al ruido innecesario. De repente los dos estuvimos riéndonos gozosamente.

Su pequeño rostro ansioso apareció en mi ventana varias veces durante aquellos veinte minutos, mientras entrecerraba los ojos para ver el programa que estaba escribiendo en la pizarra y para echar un vistazo a los materiales de aprendizaje que estaba preparando para ellos. Mi corazón rebelde se rompió y di gracias a Dios por haberme guiado a la obediencia amorosa.

Ese día cinco entusiastas de cuarto grado llegaron a mi clase y tuvimos un momento muy enriquecedor, que comenzó con una lectura profunda de las palabras de Santiago: La religión que es pura e intachable a los ojos de Dios es esta: cuidar de las viudas y huérfanos en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo. A partir de ahí cada uno de nosotros – incluyéndome a mi – pasamos unos veinte minutos dibujando lo que eso significa – no sólo el aspecto de ayudar a las personas en peligro, pero lo que significa conservarse a uno mismo puro de toda la destrucción y el pecado en nuestro mundo – ya sea el orgullo , amor al dinero, el odio, el materialismo, la mentira, la impureza sexual, etc. Luego continuamos con un ejercicio de escritura en sus diarios acerca de un determinado tema, seguido de un ejercicio que he inventado llamado Matemáticas Rápidas, y terminamos con un juego de lógica, todo lleno de diálogo dinámico sobre lo que significa conocer y seguir al Dios Verdadero.

A lo largo de las dos horas con mis estudiantes, me acordé de las palabras de mi esposo Darwin que pronunció en la casa de su primo recientemente. Su primo, que está casado y es un hombre de aproximadamente cuarenta años, es un empresario muy exitoso que había preguntado sinceramente a Darwin sobre la vida de Teresa Devlin, la misionera anciana bajo la cual Darwin trabajó y la que fue su mentora en el Conservatorio de Música de La Ceiba por más de diez años. Darwin respondió con sinceridad: «Ella habló con frecuencia y sinceramente de Cristo mientras estaba en el Conservatorio de Música, pero la mayoría de los estudiantes y profesores recibieron el mensaje de Jesús con oídos sordos. Yo escuché el mensaje y fui salvo. Básicamente soy el producto de sus 15 años en Honduras, y su misión se cumplió a través de mi vida.» Recuerdo que vi a mi esposo en una nueva manera – y no sólo a él, sino también la vida de Teresa Devlin y el poder infinito e incansable de Dios – con asombro renovado, respeto, y determinación.

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Incluso para uno solo, vale la pena. Por un una vida convertida a Cristo – incluso si se toma varios años, hay frustración y desesperación por los que se pierden, y la lucha diaria – vale la pena. Incluso si usted o yo o el alumno de alguna persona o su nieto o su jefe malo fuera el único ser vivo sobre la faz de la tierra humana, Cristo moriría voluntariamente por una persona así como lo hizo para las multitudes. Nunca juzguemos nuestro éxito, fracaso, o el valor de nuestros esfuerzos por los números.

Amen! Gloria a Dios!