No te metas con un superhéroe
30 martes Jun 2015
Posted La familia
in30 martes Jun 2015
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in23 martes Jun 2015
Creo que es importante para toda gente hondureña (y los de otros países latinoamericanos) saber la verdad acerca de Los Estados Unidos.
Durante los tres años que llevo viviendo en Honduras, he visto tantas personas quienes han puesto el deseo de mudarse a Los Estados Unidos encima de cualquier otra meta que tienen. He visto familias rotas porque los padres de familia se han mudado, dejando a sus hijos pequeños atrás; he visto a gente brillante y exitosa irse de Honduras en busca de una vida mejor, y he visto personas innumerables hablar seriamente de cómo se van a resolver todos sus problemas si tan solo pueden lograr llegar a aquel país norteamericano tan maravilloso y perfecto.
Yo he tenido un privilegio muy especial en el hecho de que en vez de nacer en una situación de violencia, sufrimiento o pobreza en cualquier país en el mundo, nací en medio de riquezas en uno de los países mas poderosos que la tierra ha visto jamas. Al contrario que los ciudadanos de Honduras u otro países, yo nunca tuve la oportunidad de anhelar vivir en los Estados Unidos y disfrutar de todos los privilegios y oportunidades que eso implica.
Nací alla, y desde mi primer día de vida tenia a mi alcance todo lo que es el sueño Americano.
A la edad de 17 años estuve en el ultimo año del colegio, sacaba notas muy altas en las clases más avanzadas, había recibido cartas de invitación a seis universidades competitivas, disfrutaba libremente de agua caliente y aire acondicionado a diario, participaba en un equipo competitivo de basquetbol femenino ademas que otras actividades, disfrutaba de mi propio carro, vivía en un vecindario limpio y seguro con casas grandes y elegantes, y salía a restaurantes y al cine con frecuencia con amigas y familiares.
Y senti que me iba a morir de un vacío tan enorme, tan profundo que no podia explicar ni definir.
Entonces, empecé a buscar lo que no se podía ver, tocar, o escuchar. La pregunta que dominaba mis pensamientos era: Existe Dios? Si El existe, todo en mi vida tiene que cambiar, porque ahora no lo estoy sirviendo ni lo conozco. Me sirvo a mi misma — tengo todo lo que uno puede esperar, y más! — y siento que de verdad me voy a morir de este vacío tan inmenso.
Mi lógica: Como yo tenia todo lo que uno puede esperar de la «vida buena» y aun así me sentí miserable, lo que me faltaba tenia que ser algo mas allá de riquezas, bienes materiales, éxito académico, dinero, y relaciones/amistades buenas.
Tenia salud, belleza, dinero, relaciones buenas con ambos de mis padres, oportunidades en abundancia, tanto éxito como una joven de 17 años podría esperar, y un futuro lleno de posibilidades en el país donde tantas personas anhelan estar.
Entonces, que faltaba?
De allí, en medio de días ocupadisimos con estudios y deportes y actividades familiares y salidas recreativas, etc, cogí una Biblia por primera vez en mi vida, buscando respuestas mas allá que la promesa de felicidad que el sueño Americano nos promete.
Fue un proceso largo y doloroso, pasando varios meses de búsqueda e inquietud, pero pagina tras pagina encontré un Dios vivo, sirviendo a la humanidad, declarando Verdad con palabras y hechos, y demostrando que este mundo de dinero, competencia, y premios tocables no es nuestro hogar.
Yo pudiera haber intentado llenar mi vacío con mas bienes materiales, con más salidas divertidas con amigas o con una variedad de otras cosas, pero por la gracia de Dios me rendí, tiré la toalla, y decidí servir al Dios vivo en vez de a mi misma. Hay hondureños que ya lo están haciendo allá donde están, y ellos me entienden muy bien, mientras que hay otros que han sido engañados y todavía creen que una vez que lleguen a Los Estados Unidos todo se va a arreglar y por fin van a disfrutar de la «felicidad.»
Entonces, en las siguientes semanas espero poder escribir más acerca de este tema, pero en verdad quiero animar a todos a ver Los Estados Unidos tal como es: un imperio más hecho de humanidad caída, igual de perdido como un país como Honduras — si, con mas oportunidades y mas atractivo material, pero, al final de todo, sin capacidad de llenarnos de felicidad verdadera.
Es Dios quien lo hace, si vivimos en medio de pobreza, violencia y desesperación o en medio de la sociedad mas alta y privilegiada.
10 miércoles Jun 2015
Hace algunos años mientras que estaba tomando un curso de español en la ciudad cercana de La Ceiba, mi maestra me preguntó, completamente perpleja, si me había mudado a Honduras porque no me gustaba la comida en los Estados Unidos.
Cuando me rié y le contesté «No,» su expresión no cambió, y siguió adivinando, «Entonces…no te gustaba el clima allá?»
La pregunta por qué vivo en Honduras — un pais con playas famosas al nivel mundial igual que su cantidad de asesinatos — se me presenta varias veces semanalmente, la mayoría de veces por taxistas curiosos quienes se ponen inapropiadamente interesados cuando menciono que me he casado con un hondureño. Su próxima pregunta, siempre con una mirada traviesa: «Tienes algunas amigas solteras?»
Mi respuesta para la primera pregunta (y no para la segunda) es ésta: «Estoy aquí porque estoy segura que Dios me ha traído aquí. Si, Honduras es bellísima y, si, tiene bastantes problemas, pero no estoy aquí porque es el lugar ideal para mi ni porque quiero «reparar» el país, sino porque Dios me ha traído aquí para cumplir Sus propósitos.»
La historia, claro, es mucha mas larga que esa, pero por lo menos esa respuesta disipa cualquier malentendido que estoy aquí para disfrutar del ecoturismo y los «canopy tours» en las montañas alrededor del Rio Cangrejal.
Recién alguien aquí me preguntó si El Pino (nuestra aldea en las afueras de la tercera ciudad mas grande de Honduras, La Ceiba) es un lugar bonito donde vivir. Siempre con dudas acerca de cómo contestar ese estilo de preguntas y no queriendo ofender a nadie, le pregunté respetuosamente a mi esposo, Darwin, «Es El Pino un lugar bonito donde vivir?»
El se rió y dijo, «No.»
Yo casi esperaba que él declarara enfáticamente, «Si!,» siendo el hermosamente orgulloso hondureño que es, porque yo sé que mi propia jueza interior esta torcida porque la definición de ‘un lugar bonito donde vivir’ que fue inculcada en mi incluye aceras pavimentadas, yardas perfectamente chapeadas siempre, y vecinos respetuosos. Y no digamos uno o dos carros en cada garaje, grandes buses amarillos que hacen sus rondas cada día jalando los niños de ida y vuelta a la bonita escuela publica y ni siquiera una basurita tirada en las calles.
En nuestro vecindario del Pino alguien acaba de construir una cantina en medio de la canchita de fútbol de polvo donde los varones del vecindario solían jugar todo el día, todos los días. Supongo que ahora esos varones caerán en las bandas a una edad aun mas temprana ahora que han sido robados la distracción de patear una pelota vieja entre dos goles hechos de palo.
Ahora que llevamos casi dos años de vivir en nuestra aldea rural del Pino después de haber previamente vivido a una distancia de 35 minutos en carro/bus en el centro de La Ceiba, tal vez por primera vez me estoy permitiendo entender que admitir que esto no es un lugar bonito donde vivir no quiere decir que estoy juzgando injustamente un vecindario en apuros en un país luchador. En el principio, especialmente siendo una extranjera que muchos creían que juzgaría y criticaría a los demás, creo que caminaba a puntitos alrededor de ciertas realidades, explicándolas como meramente diferencias culturales o pobreza básica (y algunas lo son), tomando mi puesto entre las mujeres que lavan la ropa a mano y aprendiendo a preparar una buena tortilla como para no llamar la atención a mi misma ni ofender a los a mi alrededor.
Calles de tierra, cases hechas de pedazos de diferentes materiales, perros flaquísimos que han sido engendrado por endogamia mas veces que podamos contar, culebras venenosas que andan en yardas invadidas por malas hierbas, padres de familia trabajadores quienes se esfuerzan muchísimo solo para lograr poner arroz y frijoles en la mesa, familias sin refrigeradoras — todas estas cosas son, de hecho, matices de cultura que no se deben juzgar, sino aceptar.
Pero hace algunas semanas mientras que conducía por una calle bastante estrecha en las afueras de nuestra aldea con dos de nuestras hijas (Dayana, 14 y Jackeline, 11) creo que Dios me abrió los ojos en una nueva manera a mis alrededores desolados y permitió que mis labios dijeran por primera vez (y no con una actitud de superioridad sino simplemente como una observación sobria): Esto no es un lugar bonito donde vivir.
Nos habíamos parado en frente de una colección de casas bastantes pobres para dejar a nuestra vecina, una nueva amiga de 12 años quien viene de una vida familiar muy violenta forjada con confusión quien estaba aprendiendo el alfabeto por primera vez (junto con cómo llevar ropa modesta) ahora que estaba inscrita en nuestro programa de escuela en casa y pasaba cinco días a la semana en nuestro hogar.
Mientras íbamos en camino en carro hacia su casa, yo le había estado preguntado mas acerca de su familia, intentando entender otro rompecabezas cuyas piezas han sido destrozadas, cuando me dijo del asiento atrás de nuestro carro, «Anoche mi mamá quebró una botella de vidrio sobre la cabeza de mi papá, y el empezó a sangrar de la herida.»
Respiré profundamente mientras que un nuevo entendimiento se cayó sobre me: Es dificial, si no completamente imposible, entender quien es Jesucristo aparte del sufrimiento. Vivir en este lugar plagado con sufrimiento de hecho me trae aun mas cerca al corazon de Dios, a un entendimiento innegable a mi necesidad — nuestra necesidad — de un Salvador, en vez de babarme el corazón con dudas o distanciarme de El.
Paz me envolvió el corazón mientras que me daba vuelta en mi asiento para poder verla cara a cara, y, sin saber que mas decir, simplemente le dije tanto con mis ojos que con mis palabras, «Lo siento.»
Ella se vio bastante sorprendida, como si nadie le hubiera dado el pésame por el ambiente trágico en el cual se esta criando. Me preguntó, «Perdón?»
Le dije de nuevo, «Lo siento. Esto nunca fue el plan de Dios.»
Creo que la segunda vez ella entendió que no me estaba burlando de ella ni intentando hacer mas suave su sufrimiento, sino que le estaba mostrando mi compasión mas profunda.
Después de pasar por aquella calle tan estrecha y amurallada, casi raspando las paredes del carro en los cercos de la calle, brincando para arriba y para abajo mientras que pasábamos por gran hoyos en la calle, paramos el carro. Su madre, una mujer quien se ve capaz y lista para cualquier obra de manipulación, me saludó frenéticamente, compartiendo conmigo con ojos super-abiertos que una vecina suya tiene tres hijos y no tienen qué comer. Quería saber que podía hacer yo para ellos.
Respiré una oración silenciosa hacia Dios, pidiendo su guainza, y la miré a la hermanita menor de nuestra amiga, saludándola por su nombre con una cosquillita a su panza para acompañar un sonido gracioso. Ella solo me miró sin expresión. Me imaginé que sus dos otros hermanos menores estaban en la casa. Habíamos conocido al menor de todos el día anterior, un varón de dos años con un ojo hinchado. Su hermana de 12 años nos había dicho que un borracho en la calle le había pegado en el ojo con un botella de cerveza.
Una vez que yo había terminado de hablar con su madre y arreglar algunos detalles acerca de nuestra relación con sus hijos, con cansancio me senté en mi asiento de nuestro carro, ahora a solas con Dayana y Jackeline. Con mi corazón pesado en mas de un solo sentido, y percibiendo que tenia la atención total de ellas, empecé a asignar palabras a lo que Dios me había estado ensebando: «Chicas, esto nunca fue el plan de Dios. Matrimonios abusivos, niños sin comida, violencia, prostitución, basura tirada por todos lados — todo lo que vemos diariamente aquí en nuestro vecindario –» dejé salir un suspiro profundo, sabiendo que es lo que tenia que agregar, pero Jackeline lo dijo antes que mi —
«Y no digamos en nuestro mundo!»
En algún rinconcito de mi corazón me regocijé que ella seguía mi tren de pensamiento, que mis hijas entienden. «Si, gracias, Jackeline. Todo este sufrimiento y violencia y confusión que vemos y experimentamos en nuestras vidas diarias aquí — y no digamos en otras partes de Honduras o en el mundo entero — nunca fue el plan de Dios.»
Por fin el carro dejó su baile violento y nos subimos a la carretera pavimentada, mucha mas suave que la calle de tierra, y empezamos el viaje de 20 minutos a la escuela primaria de Gleny y Jason para poder llevar a los cuatro a una clase de arte en la ciudad. Intenté conducir lentamente, atesorando cada momento que tenia a solas con estas dos mujercitas, percibiendo que nuestro Padre haría algo especial en la conversación en la cual íbamos entrando.
«Como ustedes ya saben, Dios creó el ambiente perfecto para los seres humanos — aun lo nombró el huerto de Eden, que quiere decir ‘placer,’ pero nosotros somos los que decidimos darle la espalda a esa plena, llena relación con Dios y entrar en una relación torcida con el pecado. Todo lo que ahora vemos — hogares y vidas destruidos, confusión incontrolada, una religión de mentiras, sufrimiento horrible — es el resultado del pecado.» Vuelvo a decírselo: «Nunca fue la intención de Dios; mas bien, lo escogimos. El nos dio la libertad para decidir, y decidimos.»
Si fue dicho que Jesucristo como hombre conocía bien al sufrimiento, creo que estoy llegando a un entendimiento mas profundo cada día de por qué. Como no podría conocer bien al sufrimiento? Conociendo la plenitud, la hermosura, del Padre, habiendo estado en el Huerto del Placer desde el principio, y viendo a qué alcance catastrófico había caído el hombre, destruyendo ambos si mismo y sus hijos, constantemente en guerra con los demás humanos y con Dios, lo que una vez fue un mundo hermosisimo saturado con la gloria de Dios ahora repleto con sufrimiento causado por el pecado engendrando mas sufrimiento y pecado, como podría la encarnación viva del Creador Compasivo no tener un corazón roto?
«Entonces cuando las personas dan un puno enojado hacia Dios, echándole le culpa a El por el sufrimiento en el mundo, están confundidas. No es Dios quien dispone nuestro sufrimiento, sino que empezó con un solo pecado, y como bien sabemos el pecado tiene su manera de crecer e infectar a otros, entonces lo que vemos en el mundo hoy en día — grandes rótulos con mujeres semidesnudas para lograr vender un producto, madres quienes abandonan a sus propios hijos, personas aburridas y vacías, la guerra — es el producto, o el resultado, de años y años y años de pecado, una generación pasando a la siguiente el caos.»
Oh, que complicado tema, y hay tanto que el Señor me enseña diariamente! Hay mucho mas que hay que decir, mas que aprender, experimentar, pero por ahora lo voy a dejar asi: «Pero sabemos que hay una sola manera que escapar, una manera de ‘pagar’ por todo el pecado que se encuentra tanto en el mundo que rugiendo adentro de nosotros mismos.»
Mis hijas escuchan. Ellas ya lo saben, pero todos lo necesitamos escuchar constantemente, porque tan rápidamente lo olvidamos: «Por eso Jesucristo vino, para arreglar toda la confusión sucia que hemos hecho de huerto perfecto del placer de Dios, para darnos un escape de esta olla humeante de muerte. Y aunque ahorita todavía estamos en medio de todo, estamos siendo utilizados por El para levantar las piezas de vidas destruidas por el pecado, glorificando a Dios en el proceso — Y cuan dificil y santa es la tarea! Es un trabajo que nunca acaba, y tal vez, de hecho, esta creciendo cada dia mas! — sabemos que — »
Y vi a mi lado derecho a Dayana, nuestra hija de 14 años, sentada en el carro conmigo, y puse mi mano en su rodilla, esperando en mi corazón que dijera conmigo lo que las dos sabemos es verdad, y lo hizo, sus ojos de repente estudiando los míos y sus labios silenciosamente, lentamente recitando las palabras conmigo: «El les enjugara las lagrimas y no habrá muerte ni llanto ni clamor ni dolor, porque estos pertenecen a un pasado que no existe mas [Apocalipsis 21:4].»
01 lunes Jun 2015
Hace algunos días mientras que iba por acá y por allá en nuestra casa, escribiendo instrucciones para varias personas, preparando algunas sorpresitas para los niños y generalmente alistando todo para mi primer viaje a Los Estados Unidos en dos años y medio, tuve a dos de nuestras hijas (Dayana, 14, y Jackeline, 11) en la mesa de madera en nuestra sala trabajando en sus tareas de escuela en casa.
Una de las tareas que les dejé fue escribir una pagina de revés y derecho de pensamientos organizados acerca de algo que había pasado en las ultimas semanas. Tal vez parezca una tarea demasiado sencilla, pero en algunas de las escuelas que he conocido en esta área hay adolescentes en sexto grado que ni pueden escribir una oración completa ni leer fluidamente un párrafo sencillo de un libro infantil. La idea mia fue escribir (y no olvidar de las letras mayúsculas, los puntos, las comas, etc), y dejé el contenido de la tarea completamente abierto para que cada una escogiera de qué escribía.
Habían numerosos temas que cada señorita pudiera haber escogido para escribir con detalle, incluyendo el concierto de música que tuvimos en nuestro hogar hace poco en el cual las dos cantaron y tocaron por lo menos un instrumento, algún suceso gracioso entre ellas mismas o con nosotros, una caminata aventurera al río o a la montaña con Darwin, etc, así que mas tarde aquel mismo día que me senté a leer los pensamientos de Jackeline escritos descuidadamente con lápiz en una hoja arrancada de uno de sus cuadernos escolares, lo que encontré me sorprendió.
La llamé para ayudarme a descifrar su escritura, como yo apenas podía sacar sentido de sus oraciones larguísimas, la falta absoluta de puntos, varias palabras terriblemente deletreadas u olvidadas, etc. Ella llegó y allí íbamos, con una lentitud meticulosa, corrigiendo el documento mas largo que tal vez había escrito en toda su vida. Después de tener que adivinar las primeras palabras, todo pareciendo otro idioma recién inventado, fui tentada a botar el papel con exasperación, declarando que su tarea de escritura fue un trabajo extremadamente mal hecho. Pero mientras que ella me iba ayudando a clarificar cada confusión (y mientras que el Señor me concedía la paciencia para perseverar), agregando tildes y acentos, puntos de interrogación, etc, el corazón de lo que salió de ese relajo de escritura fue maravillosamente hermoso. Es como si su escritura fuera un pedazo de piedra sin forma (para mi), y mientras que ella clarificaba cada área sin sentido, lentamente, palabra por palabra, tallaba todo lo que escondía el mensaje verdadero de sus palabras, revelando una estatua cruda pero imponente de la Verdad.
Ella escribió:
El sábado Cristian [nuestro vecino, un joven de 13 años quien participa en escuela en casa con nosotros junto con tres de sus hermanos] vino y el le dijo a mi ma que [las bandas] andaban matando a niños y mujeres solo porque tenían pelo rubio y a mi me dio miedo porque mi hermano Josué tiene pelo de color cafe y yo le dije a mi ma que yo quería hablar con ella y ella me miró muy triste pero mi ma me dijo que no hay que tener miedo y ella me enseñó una pintura que decía «En angustia clamé al Señor y el me respondió y me libró. El esta de mi parte; no tendré miedo. Que podrá hacerme un simple mortal?» Y eso me asombró — Que podrá hacerme un simple moral? Fue para mi una bendición y en realidad yo sé que tuve miedo pero Dios me calmó y me hice la pregunta: Por qué a mi ma no le dio miedo y ella tiene el pelo rubio? Después llegaron las hermanas de Cristian y le pintaron el pelo a mi ma y hablamos de Dios y ella les dio un poco de animo y se que ellas estaban tristes por lo que esta pasando en este mundo. Lo que Dios esta haciendo en mi vida es que Dios me hizo no solo para jugar sino para alabar su nombre. Gloria y gracias a Dios.
Mientras que llegábamos al final de su párrafo gigantesco, la miré, estupefacta, le agradecí por tomar el tiempo de ayudarme a clarificar y corregir su ortografía, y de allí me recliné en mi silla, solamente capaz de repetir la ultima oración de su reflexión mientras que mi propio corazón se regocijaba en lo que el Señor esta haciendo en nuestra hija preciosa, graciosa, quien llevamos tan solo cuatro meses de conocer: Gloria y gracias a Dios.