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[Esta reflexión originalmente fue escrita el 23 de abril del 2014, y ahora ha sido traducida en español para así animar a los hispanohablantes del mundo en el camino de Cristo.]

«Eso puede ser una señal de que ella te ve como compulsiva, como más interesada en las tareas que en estar atenta a las personas en tu vida.»

Escuché atentamente cómo el psicólogo me explicaba uno de los dibujos de nuestra hija, señalando el boceto en lápiz de mi lavando la ropa en el dibujo de la familia.

«Por lo general, si un niño dibuja a su madre con alimentos de cocina o con un niño, eso retrata un espíritu cariñoso y amoroso, una madre que está interesada en proveer a las necesidades de los miembros de su familia. Cuando una madre se representa con la limpieza en el dibujo de su hijo, se nota que el niño siente que puede ser impulsiva y demasiado orientada a los oficios».

Yo sabía que el psicólogo tenía razón.

Eso fue hace varias semanas, y entre ese nuevo entendimiento y varios otros, Dios me está ayudando a recuperarme de una actitud cumplidora y hacedora, y descansar en la paz perfecta que Él quiere para nosotros, y así aprender cómo amar de nuevo.

Incluso ayer, después de haber pasado más de ocho horas entre la educación en casa, la preparación del desayuno y almuerzo para la familia, y la coordinación de varias asignaciones de tareas domésticas, por la tarde, cuando Gleny preguntó con entusiasmo si yo podía sentarme con ella y trabajar en su libro de colorear, sentí unas ganas inmediatas por escapar para ir a hacer algo en lugar de estar con ella. Mi primer pensamiento fue Pero necesito barrer la casa y …

Pero pude sentir el suave tirón de Cristo para simplemente descansar y ser. Amar y disfrutar de esta niña que Él ha puesto en mi vida – a esta princesa Suya – y colorear algunos osos panda y los delfines con todos los tonos del arco iris.

Este impulso de ir y hacer, aunque muchas veces es en nombre de Dios y para el beneficio de los demás, me ha llevado a una estación de estrés y de insomnio muy intenso. Creo que por fin estoy en el columpio de recuperación, y después de tener muchas cosas arrancadas de mí, me ha demostrado que en mi propia fuerza – sin importar cuan rápidamente corrí la milla cronometrada en el colegio o cuantas veces con alegría he escalado montañas con familia y amigas – literalmente no puedo hacer nada por mi propia cuenta.

Él me ha bajado de cualquier torre de obras que yo había construido para mí, y me muestra que, apartada de Él, nada soy. La paz sobre nuestro hogar, los rábanos que cultivamos en nuestro patio trasero, cada respiro – todo viene de su gracia. No puedo exigir que habite la paz en los corazones de mis seres queridos, ni puedo hacer que los rábanos crezcan o hacer que mis propios pulmones trabajen. Todo es una emanación de la incomprensible gracia de Dios.

Por varias mañanas en las últimas semanas, he sentido que Dios me llamaba a levantarme temprano, para encontrarlo a Él en las horas más tranquilas, aún antes de que haya demasiada música ruidosa de la grabadora y los niños clamando por mi atención. Me he parado muchas veces en el porche con asombro durante las frescas y tranquilas mañanas, y he sentido un asombro tangible pasando sobre mí mientras miro la niebla que cubre la cordillera detrás de nuestra casa, las aves del paraíso comenzando sus primeras llamadas, otro día perfecto que se derrama del corazón del Creador. En esos momentos tempranos por la mañana, me dice que reduzca la velocidad, para despertar a su impresionante belleza y recibir sólo a quien Él es.

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Un pasaje de la Biblia que leemos con frecuencia con los niños y en nuestra vida personal es el llamado radical de Jesús de que no hay que preocuparse – por la ropa, comida, bebida, o lo que el día de mañana pueda traer.

Muchas veces me siento frustrada cuando los niños «no lo entienden.» Cuando todavía se preocupan por la comida o tienen setenta y tres preguntas acerca de lo que vamos a hacer mañana. Cuando quieren controlar a los demás, o sienten que deben luchar por su lugar. Pero bien saben el mandato de Jesús de no preocuparse y afirman ser sus seguidores. Como pueden seguir con tales actitudes?

En todo este tiempo, sin embargo, yo, más que nadie, he perdido el punto. He tenido mi mirada fija demasiado intensamente en las preocupaciones del mañana, preocupándome  por las finanzas del próximo mes o tratando de darle un vistazo a lo que el próximo año podría traer. He proclamado el llamado de Jesús a una auténtica confianza mientras que en secreto permito que la preocupación me coma desde afuera hacia mi interior, tratando de tomar el asunto en mis propias manos, bajo mi propio control, en lugar de ponerme en manos del Dios vivo.

Ahora voy a caer. Ahora voy a obedecer, a descansar. Voy a confiar en que Él bendecirá nuestra casa con la paz, para que él, no yo, haga que crezcan nuestros rábanos, que Él orqueste mi próximo aliento. Y aun cuando los niños no se comporten de forma pacífica o el cultivo fracase o mis pulmones dejen de funcionar, sé en el fondo de mi corazón que Él todavía es bueno, que su amor se inició antes de la concepción de este mundo y continuará aun después de que se acabe, que todo, desde la belleza de la neblina de la mañana hasta los besos de mejilla descuidados de Gleny y hasta la muerte de Jesús en la cruz es una efusión de su gracia incomprensible, una manifestación de Su Majestad.

“Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe? Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas.”

Jesús de Nazaret en el libro de San Mateo 6:25-34