Etiquetas

, , , , , , , , , , , , ,

[Esta reflexión originalmente fue publicada el 20 de Mayo del 2014 en nuestro blog www.HiddenTreasuresinHonduras.com y ahora ha sido traducida en español para poder animar a los hispanohablantes del mundo con la verdad de Cristo.]

Recientemente en casa, estábamos hablando en privado con uno de los niños para resolver un problema de disciplina. El niño se sentó en una silla frente a nosotros, con los brazos cruzados, su pequeño ceño fruncido, robando miradas a nosotros dos, mientras su mirada permanecía fija de otro modo en sus pies colgando en frente de ellos. Ver al niño en una posición tan cerrada y poco amable de verdad era una situación muy fea.

Después de una larga discusión, orar juntos, y la asignación de un castigo (lo llamamos ‘consecuencia’), llegamos a la conclusión del tiempo hablando con este niño acerca del amor de Cristo por nosotros y nuestro amor por el niño.

La cuestión de disciplina era principalmente entre el niño y yo, por lo que hablamos de cómo la disciplina de un padre o una madre para su hijo se deriva de su inmenso amor por él. El niño, aun evitando cualquier tipo de conexión emocional, siguió estudiando sus pies oscilantes. Cuando se le preguntó si el niño estaba seguro de mi amor por él, el niño obstinado sacudió su cabeza «no» y dijo que no lo amo.

Mis ojos se abrieron enormemente y mi corazón se hundió, con sentimientos devastadores y un tinte de fuego de la ira que brotaba dentro de mí mientras pensaba, «¿Cómo puedes decir que no te amo? Te hemos recibido en nuestra familia como si fueras nuestro hijo biológico sin que lo merecieras ni pidieras; te hemos dado todo lo que necesitas y hasta mas! Hemos sacrificado nuestros propios deseos para poder criarte de una forma digna y agradable ante Dios, y tu dices que no te amo! ¿No te das cuenta que he dado mi vida por ti — ¨

Y en ese momento mis pensamientos tomaron un desvío inmediato al oír las palabras de Cristo tal vez más claramente que nunca. «He dado mi vida por ti. Y cuántas veces , Jennifer, cuestionas mi amor, comportándote como este hijo terco de mente cerrada? Acepta mi amor — cree que te amo abundantemente, tal como desearas que tu hijo creyera sobre ti.»

Mi corazón se hundió aún más, mi devastación a la observación a lo que el niño había expresado se convirtió en la realización de mi propia dureza. Entonces me arrepentí en mi interior hacia mi Salvador, confesando: «Creeré en ti, Señor. No voy a cuestionar tu carácter y amor.» La paz y una nueva comprensión y aceptación por el amor de Cristo inundaron mi cuerpo.

Un par de días después, cuando las cosas se habían suavizado con el niño molesto, pero todavía sin ninguna aceptación de mi amor por él, el niño y yo fuimos en uno de los autobuses públicos de Honduras en nuestro camino a la ciudad, el niño cómodamente sentado en mis piernas.

Ambos disfrutábamos de la vista desde nuestro asiento de la ventana, donde podíamos ver extensos campos de piña, la cordillera que marca el paisaje y las pequeñas tiendas y restaurantes a lo largo del camino. Sentí en mi corazón que el problema estaba aún sin resolver para mí — estará convencido el niño de mi amor y sólo dijo lo contrario en un momento de enojo e ira, o realmente sentirá que no lo amo? Susurré su nombre, e inmediatamente su cara volteó hacia mí, y le pregunté suavemente, «Si sabes que te amo, ¿verdad?» Y sin demora su pequeña cabeza se balanceaba arriba y abajo y me respondió con mucha seguridad un » Sí.»

Mi corazón suspiró de alivio y agradecimiento, y me sentí una enorme paz y una unión nacer entre nosotros a medida que viajábamos a la ciudad. Mientras el niño se sentó envuelto en mis brazos, sentí que los dos estábamos envueltos en los del Padre.

Amen! Gloria a Dios!