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[Esta reflexión originalmente fue escrita el 6 de junio de 2014 en nuestro blog en ingles HiddenTreasuresinHonduras.com y ahora ha sido traducida en español para servir de testimonio de la obra de Dios entre los hispanohablantes del mundo.]

Ayer fue mi segundo aniversario desde mi traslado a Honduras como recién graduada universitaria idealista. Llegué con nada más que mi gran mochila de escalar, un par de bolsas de lona, y una determinación que me guiaba a comprender de que Dios me había llamado a ser una mamá para los que no tienen una.

Ayer por la tarde celebramos ese comienzo y el milagro que Dios ha trabajado en nosotros durante ese tiempo. La comunidad de creyentes que forman el Rancho Hogar Agua Viva – once en total, incluyendo mi marido y nuestros cuatro hijos – preparó una sorpresa por mi aniversario de dos años mientras recordábamos la forma en que Dios nos ha guiado y compartíamos historias al comer en nuestra larga mesa de madera. Y por supuesto que había globos y cartas y carteles hechos en casa. Como típicamente preferimos sean nuestras fiestas.
Después de caer la noche y todos comenzaron la limpieza de la cocina y a poner todo en su lugar, fui de regreso a nuestra casa (que está separada de nuestra cocina/área común que todos compartimos), donde me quedé en silencio en la puerta abierta que da a la habitación de nuestros hijos. Se me venía una avalancha de recuerdos durante los 730 días que habían pasado, sintiendo como si estuviera de pie en tierra santa en un museo que podría, con bastante exactitud, ser titulado Como Dios ha proveído y seguirá proveyendo o Dios vive y actúa en nuestro mundo .

La suave luz de nuestro porche iluminaba tenuemente la habitación vacía mientras mis ojos viajaron con cuidado, sentimentalmente, sobre las sombras para examinar cada objeto que vi. Tomé el gran poster colgado en la pared de color azul claro con cinta adhesiva que decía – «Amado Brayan, Bienvenido a la familia» – y que los niños habían pintado en letras grandes y desiguales para su nuevo hermano cuando él llegó a vivir con nosotros el seis de Febrero. Vi las pijamas de caricaturas de Jason extendidas sobre el gavetero, lista para que él brincara por toda la casa y cambiarse para irse a la cama. Mis ojos se posaron en el camerote de arriba de Brayan, con su cama hecha, aunque desordenadamente, con su dragón de peluche de color amarillo brillante y dos osos de peluche cerca de su almohada. Una motocicleta de juguete, un modelo de un avión de madera sin armar, y una cesta de ropa llena. Vi sus botas negras de hule que había vaciado del agua que tenían por dentro, casi esperando una rana o dos salir de ellas. La Biblia de Brayan puesta en su gavetero, sus libros para colorear y cuadernos escolares esparcidos por encima de su escritorio de madera que comparte, además de materiales de arte y probablemente demasiadas botellas de pegamento.

A través de su ventana abierta nuestra hamaca multicolor que recibimos como regalo de boda de nuestros mentores en el pasado junio también me llamó la atención, ya que colgaba quieta, como si, también, duerme durante la noche. Mi mirada bailaba y re-bailaba sobre todo lo que vi, sintiendo como si fuera a explotar de la emoción, pero al mismo tiempo tenia a un sentimiento de calma, de admiración.

De pie, escuchando con atención a cualquier palabra que Dios hablara en lo más profundo de mi corazón, teniendo en cuenta todo lo que yo había visto, luego traté de borrar meticulosamente cada elemento de mi vista. Quité de mi vista la mesa primero, luego el poster, seguido por el resto de los objetos de la habitación, uno por uno, por orden cronológico, los artículos más recientes desaparecieron primero. Entonces, el Señor me llevó al acto sagrado de recordar que no hace ni un año que la habitación estaba completamente desnuda, sin vida, un sueño que todavía esperaba pacientemente pero a la misma vez ansiosamente para que se cumpliera.

El ojo de mi mente, entonces comenzó a llenar aquella habitación vacía – primero llegó el gavetero, seguido por el camerote de madera, después, los colchones, y luego apareció Jason y poco después vino Brayan. Ahora esta habitación que una vez estuvo vacía es la habitación de alguien. O mejor dicho, de dos preciosas y traviesas personas.

Debí haber pasado acerca de veinte minutos en esa puerta en la tranquilidad de la noche, las voces apagadas y la actividad en nuestra cercana cocina aparentaba estar a años luz de distancia, tratando de comprender adecuadamente y apreciar todo lo que el Señor ha hecho, siempre, orquestado en estos dos cortos años. La quietud – la calma que gritaba – en nuestra casa, que respondió eso que resonaba en mi corazón.

Luego moví mi postura de la puerta, girando, y empecé a examinar nuestra sala, que siempre parecía acoger cómodamente a muchas personas sin importar el número. Mis ojos comenzaron a ver lentamente la habitación pequeña, desde nuestro piano en el que Darwin toca y Diana y Brayan practican con la ayuda de dos altas estanterías ocupadas por fotos enmarcadas, proyectos de arte, literatura Cristiana y para crianza de los hijos, libros para niños, varios rompecabezas y juguetes. La puerta de la habitación de las niñas también va a dar a nuestra sala, alrededor de la cual hay una boa de color rosa brillante y recortes negros de mariposas cuidadosamente colocadas en una fila. Dos pizarras de anuncios enormes y llenos, un cubo de Lego, astillas de pintura azul en las paredes que revelan los bloques de cemento que hay debajo.

Después de haber pasado varias horas ese día organizando nuestra casa, lavando la ropa, barriendo y trapeando, y poniendo todo en orden, yo atesoré los pocos minutos que pude tomar en medio de la tranquilidad ininterrumpida antes de que varias personitas de mucha energía irrumpieran a través de la puerta y llegaran con ganas de ensuciar todo lo que ya se había limpiado. Mi corazón meditaba sobre la bondad de Dios, como Él pone todo en orden, y ha de poner todo en orden. Mientras reflexionaba sobre esto, acomodándolo con cuidado en la tela de mi comprensión, que luego se envolví con ternura y coloqué estos dos primeros años de fe, de alegría y de lucha, de la provisión de Dios, en nuestro librero en un espacio entre el álbum de fotos familiares y las Crónicas de Narnia.

Amen! Gloria a Dios!